La frontera en Alepo está controlada por rebeldes del régimen de Asad, quiénes revisan los coches e indican a los ciudadanos sirios si pueden o no continuar con su viaje.
Tres pasos separan la zona rebelde de la zona del régimen y cientos de sirios se juegan todos los días la vida al cruzar.
Por la noche, el control sobre la frontera se intensifica y los disparos se ollen a cada momento, los francotiradores del régimen no dan un alto al fuego ni si quiera cuando la noche cubre la ciudad. Cruzar la frontera supone arriesgar la vida.
En la ciudad de Alepo existen tres puntos principales para cruzar de una
zona a otra: Bustan al Basha, Al Ramouseh y Bustan al Qaser. Cada día
miles de civiles cruzan de un lado a otro de la ciudad para ir a
trabajar, para comprar alimentos, para visitar a familiares o
simplemente huyendo de la guerra.
El comercio de puestos ambulantes o gasolineras es impensable en la zona del régimen ya que los soldados abusan de los civiles.
Los ciudadanos están aterrorizados porque afirman que los soldados de Asad son violentos y sus abusos van desde robos hasta disparos. Los robos por parte de los soldados son cada vez más frecuentes porque necesitan financiar la guerra que tienen abierta.
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